AMBIENTES OBESOGÉNICOS:
UN RETO EPIDEMIOLÓGICO DE TALLA MUNDIAL
LINA MARÍA VALENCIA-AGUDELO, N.D.1
1Profesor asistente. Departamento de Pediatría. Universidad del
Valle. Cali, Colombia
RESUMEN
Colombia enfrenta una transición nutricional en la que
persisten los problemas de desnutrición mientras
aumenta el problema de sobrepeso y obesidad en la
población. En el periodo 2005-2010, la prevalencia
tanto de sobrepeso como de obesidad ha aumentado
considerablemente para jóvenes de todas las edades,
géneros, niveles socioeconómicos, niveles educativos
de las madres, áreas y regiones. Se han implementado
intervenciones en el manejo de la obesidad con un
enfoque en cambios del comportamiento a nivel
individual, con el fin de prevenir el exceso de peso en
población infantil, con la limitante de observar
resultados positivos que se evidencian únicamente en el
corto plazo en términos generales. Los ambientes en los
que los niños viven, aprenden y juegan tienen una
influencia importante en los patrones de consumo y de
actividad física. Entender los ambientes, el
comportamiento de padres e hijos a través del tiempo
podría brindar una oportunidad para empezar a
desarrollar modelos transaccionales. Se recomienda
entonces un abordaje desde los macroambientes que
permitan un impacto a nivel de cambios en el
comportamiento, con el fin de obtener resultados en
todos los niveles: corto, mediano, largo plazo y además
la sostenibilidad de dicho impacto.
Palabras claves: Ambientes obesogénicos,
Epidemiología
SUMMARY
Colombia is facing a nutritional transition in which
there are still undernutrition problems, while
overweight and obesity are continuing to increase. In
the period from 2005 to 2010, the prevalence of
overweight and obesity have increased considerably in
the young population of every age group, gender,
socioeconomic level, education level of the mother and
region of the country. There have been carried out
interventions for the management of obesity in children
with a special focus in changes at the individual level,
with the constraint that this impact is only seen at the
short term generally. The environment in which
children live, learn, grow and play have an important
influence on the consumption patterns and physical
activity behaviors. Understanding these environments
of parents and children through the time, may present
the opportunity to start the development of
transactional models. It is recommended then, an
approach from the macro-environments, that may
allow observing an impact in the change of the behavior
not only in the short, but in the long term, and the
sustainability of such impact.
Key words: Obesogenic environments,
Epidemiology
Recibido para publicación: octubre 15, 2013
Aceptado para publicación: abril 15, 2014
La situación nutricional de una población refleja en gran
medida su nivel de bienestar y puede ser utilizada para
identificar inequidades que podrían afectar su
productividad.
De modo similar a la situación en otros países en la
región, Colombia enfrenta una transición nutricional en
la que persisten los problemas de desnutrición mientras
aumenta el problema de sobrepeso y obesidad en la
población. A diferencia de la delgadez, en el periodo
2005-2010, la prevalencia tanto de sobrepeso como de obesidad ha aumentado considerablemente para
jóvenes de todas las edades, géneros, niveles
socioeconómicos, niveles educativos de las madres,
áreas y regiones.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de la Situación
Nutricional en Colombia (ENSIN), la prevalencia
nacional de sobrepeso en niños menores de 5 años de
edad es de 5,2%, dos puntos porcentuales más alta que
en el 2005 y sin diferencia significativa por género. La
mayor prevalencia se observa en niños cuyas madres
tienen educación superior (6,2%) y pertenecen a un
SISBEN igual o mayor a 4 (6,3%) y la más baja en hijos
de mujeres sin educación (2,3%) y pertenecientes al
SISBEN 1 (4,3%). Al analizar la prevalencia entre
diferentes comunidades étnicas, la mayor prevalencia
se observa en la población indígena (6,8%), seguida por
la población clasificada como otro (5,3%) y afrodescendiente (4,0%). La prevalencia de sobrepeso y
obesidad en niños y jóvenes de 5 a 17 años de edad ya
representa un problema de salud pública en Colombia. Cabe destacar que la prevalencia combinada de
sobrepeso y obesidad es un poco más alta en niños de 5 a
9 años de edad (18,9%) que en jóvenes de 10 a 17 años de
edad (16,6%).
Algunos de los factores asociados al sobrepeso y la
obesidad de estos niños incluyen obesidad materna,
mayor nivel económico y el patrón de consumo de
alimentos, siendo más frecuente en niños que consumen
alimentos más a menudo y que no establecen horarios de
comida. En estudios realizados en Bogotá, Medellín y
Cali, en niños que asistían a escuelas privadas, se
informó una prevalencia de sobrepeso de 17%
aproximadamente, utilizando los mismos puntos de
corte, con mayor riesgo en niños con menor capacidad
aeróbica y en aquellos que realizan menos actividades
como caminar y andar en bicicleta. Utilizando los datos
de la ENSIN 2005, también se ha encontrado una
asociación positiva entre la cantidad de horas que los
niños ven televisión y la presencia de sobrepeso u
obesidad, siendo mayor la prevalencia de sobrepeso en
los niños que la ven más de 2 horas diarias que en los que
no la ven o la ven menos.
En las últimas décadas, el sobrepeso y la obesidad han
alcanzado dimensiones de epidemia a nivel mundial,
debido a que el estilo de vida en que se vive, privilegia el
mayor consumo de energía y el sedentarismo como
formas de bienestar. El entorno familiar y educativo
tiene un impacto muy importante sobre la incidencia de
esta condición patológica de adiposidad en la población
infantil. Muchas intervenciones en el manejo de la
obesidad se han enfocado en promover cambios en el
comportamiento a nivel individual con el fin de prevenir
el exceso de peso en población infantil, sin embargo, esta
estrategia únicamente ha llevado a obtener resultados
positivos en la prevención y tratamiento de la obesidad y
factores de riesgo relacionados, a corto plazo. Una razón
por la cual dichas intervenciones individuales no tienen
el impacto esperado es porque se hace muy difícil lograr
cambios en un ambiente y entorno que cada vez
promueve más el alto consumo de alimentos densamente
calóricos y a la vez el sedentarismo como estilo de vida.
De acuerdo a Swinburn et al., estos “ambientes
obesogénicos” se definen como “la suma de todas las
influencias que el entorno, las oportunidades o
condiciones de vida tienen en la promoción de la obesidad en individuos y poblaciones”. Estos
investigadores, indican que los individuos interactúan
con el ambiente desde múltiples “microambientes” o
lugares incluyendo los colegios, barrios y hogares.
Estos, a su vez, tienen la influencia de
“macroambientes” como el sistema educativo, de
salud, el gobierno, la industria de alimentos y las
actitudes y creencias de toda una sociedad, los cuales
son menos susceptibles ante el control a nivel
individual. El hecho de modificar el ambiente
obesogénico, podría producir efectos más duraderos en
el cambio del comportamiento individual.
Los ambientes en los que los niños viven, aprenden y
juegan tienen una influencia importante en los patrones
de consumo y de actividad física de los mismos. Los
modelos ecológicos proveen un marco en el cual se
establecen interacciones a través de la influencia
individual, social y ambiental. Los comportamientos
predictivos entre estos ambientes pueden tener una
influencia sobre los comportamientos en los niños.
Mientras que varios comportamientos predictivos han
mostrado una influencia sobre la ingesta alimentaria, la
actividad física y el estado nutricional o peso corporal;
las preferencias hacia los alimentos y la capacidad
motora merecen una exploración más profunda.
Comprender el contexto en el cual los patrones de
comportamiento del niño se desarrollan, son cruciales
para el diseño de un modelo que explique la obesidad
infantil. Skouteris plantea un argumento que indica que
el desarrollo del niño es una “transacción
bidireccional”, con padres que tienen influencia sobre
sus hijos, e hijos que inciden con un impacto importante
sobre las decisiones y comportamientos de sus padres.
Entender los ambientes, el comportamiento de padres
e hijos a través del tiempo podría brindar una
oportunidad para empezar a desarrollar modelos
transaccionales. Un ejemplo de este es el estudio: “The
Colorado Longitudinal Eating And Physical activity
(LEAP)” en el cual se utilizó un abordaje ecológico
para explorar los factores individual, familiar y
ambiental y su relación con el peso del niño a través de
un período de tres años.Actualmente los estudios epidemiológicos han
empezado a estudiar e investigar sobre
comportamientos relacionados con el peso de los niños
a través de varios niveles del modelo social-ecológico,
sin embargo, la mayoría de las investigaciones en este tema han sido de carácter transversal. Los estudios
longitudinales son necesarios para identificar
influencias causales en los patrones de alimentación y de
actividad física en niños, así como de su propio
crecimiento. Al estudiar los comportamientos en
alimentación y actividad física de forma longitudinal, y
en múltiples ambientes, se puede proveer un
acercamiento a las relaciones entre los comportamientos
predictivos de la alimentación, la actividad física y los
resultados en el estado nutricional de los menores.
Los mismos actores del entorno de la población infantil,
como son los padres, maestros, familiares y
responsables del cuidado mismo, son quienes promueven estilos de vida en los niños, ya sean
adecuados o no. Si nos enfocamos en el ambiente del
hogar, lugar donde se empiezan a apropiar los hábitos
más primarios como son la comunicación, los
movimientos, destrezas y entre todos estos el hábito de
la alimentación, es ahí donde empieza la influencia del
entorno familiar. Por naturaleza nacemos y apropiamos
lo que observamos en nuestro entorno como método de
aprendizaje y es en los primeros años de vida donde todo
aquello que el niño observa en la mesa a la hora de
consumir los alimentos a partir de hermanos, padres,
abuelos y todo aquel que comparta este momento del
día, se adopta. Es aquí donde siendo el hogar se
convierte entonces en un entorno de gran influencia para
lo que será el comportamiento de la alimentación de
estos niños a corto, mediano y largo plazo. No es extraño
que un menor que ha visto el rechazo hacia alimentos
como verduras y frutas por parte de sus hermanos
mayores e incluso sus padres, sigan este mismo
comportamiento incluso sin haberlas probado antes.
En los microambientes como colegios o instituciones
educativas del preescolar, estos años representan un
período crítico en el cual se deben fortalecer los
esfuerzos en las acciones preventivas de la obesidad, ya
que estos representan el momento en que los niños
establecen hábitos alimentarios saludables y patrones de
actividad física. Desafortunadamente estos esfuerzos no
son suficientes y no se logran cumplir estos objetivos.
El abordaje de esta problemática ha tratado de darse
sobre todo en el microambiente escolar. Se ha definido
así por ser el entorno en el cual el niño pasa mayor parte
de su tiempo y por este mismo método antropológico del
aprendizaje es de donde más va a adoptar esos hábitos de
estilo de vida. Es necesario trabajar en la investigación y
el estudio de estos ambientes escolares en Colombia, ya que a través de algunas publicaciones en diferentes
ciudades del país, se ha observado que la oferta más alta
en cuanto a alimentos es a partir de aquellos que son
densamente calóricos y pobres en nutrientes. El precio
de estos alimentos podría llegar a ser la mitad de lo que
vale una porción de fruta o de jugos naturales y
opciones más saludables. El mensaje hacia esta
población infantil ha sido que el consumo de alimentos
saludables “les va a salir más caro”, y prefieren
entonces consumir alimentos que para ellos son más
baratos, tienen mejor palatabilidad y es aceptable por el
entorno social.
Teniendo en cuenta que el ambiente obesogénico no es
sólo la calidad de los alimentos y los hábitos
alimentarios como tal en general, sino que también es la
carencia de espacios físicos seguros y acordes a la
población infantil en estas instituciones educativas. A
pesar de que en el currículum escolar hay un espacio
designado para la actividad física como asignatura, y
eso que este es de máximo dos horas a la semana, es
necesario ofrecer a esta población un espacio para la
recreación donde se promueva el movimiento corporal
y que implique un mayor gasto energético.
En la literatura, de una gran cantidad de publicaciones y
revisiones que hacen referencia a las estrategias en la
prevención de la obesidad infantil, muy pocas se han
enfocado en la influencia del ambiente sobre los
comportamientos individuales relacionados con la
ingesta en esta población. Estas últimas, han
encontrado una asociación importante y significativa
entre la influencia de los padres (desde su propia
ingesta y educación) y la obesidad en niños de 3 a 15
años de edad.
En Colombia existen algunos estudios sobre
intervenciones a nivel de microambientes como en
colegios, jardines infantiles y diferentes instituciones
donde se ha observado un impacto positivo en cuanto a
cambios en el peso y otras medidas antropométricas y
en algunos casos comportamentales. Sin embargo, no
existen estudios que permitan observar un impacto
global de hábitos y de comportamientos que se puedan
observar en estos microambientes, no solo a corto sino
a largo plazo y que estos cambios sean sostenibles.
Los primeros años de vida son deben ser una prioridad
por dos razones específicamente: una es que existe un
mayor número de situaciones y locaciones potenciales
para realizar intervenciones a nivel poblacional en niños que en adultos, como por ejemplo: colegios,
jardines infantiles, instituciones de cuidado de los niños,
lugares de actividades lúdicas después del horario
escolar y segundo porque es mucho más difícil obtener
resultados positivos en cuanto a reducción de peso y
comportamientos en adolescentes y adultos ya que estos
están bien establecidos. Existe un consenso creciente en
la comunidad científica y de salud pública en general
que coinciden en que las intervenciones encaminadas a
la prevención de la obesidad debe hacerse durante los
primeros años de vida.
Es de importante reconocer entonces los determinantes
de la problemática viéndola como un factor casi
tridimensional, en el cual se reconoce la dimensión
individual, social y política. En la dimensión individual
se encuentran principalmente factores biológicos
inherentes al entorno que predisponen una condición de
vulnerabilidad ante el exceso de peso, así como de las
decisiones propias del individuo, la cual se caracteriza
también por ser un determinante proximal. En la
dimensión social se encuentran los microambientes,
todo lo que rodea al individuo y que de alguna manera
condicionan el comportamiento del individuo en sus
hábitos alimentarios y de actividad física. La
responsabilidad sobre las características de este entorno
es de los actores que están en el mismo como padres de
familia, educadores y familiares de los niños. Otros
responsables del microambiente del niño son los
macroambientes como tal: sectores políticos,
ministerios (salud y educación principalmente), estos ya
son determinantes distales pero son los que deben velar
porque las políticas; que en Colombia ya están bien
establecidas, se cumplan y se pongan en práctica.
Para contender con este grave problema que impacta a
todas las edades y grupos sociales y que predispone a
padecer enfermedades crónicas y degenerativas, que son
las primeras causas de muerte a nivel mundial, la
pregunta es hasta dónde llega la responsabilidad
individual y en dónde empieza la responsabilidad de la
comunidad con sus dos componentes, la sociedad civil y
el gobierno, o micro y macroambientes como
determinantes de la problemática. A priori se conoce que
los esfuerzos individuales y comunitarios no son
excluyentes sino complementarios y que tienen que
avanzar simultáneamente. Tratándose de los niños, las
acciones individuales como las consejerías y consultas
médicas han sido rebasadas y se requiere trabajar en
políticas públicas para la prevención de este problema.
Existen varias estrategias que se deben instaurar desde
la primera infancia como son la promoción de la
lactancia materna, que protege a la población infantil
contra la obesidad y el síndrome metabólico, la
transformación de los colegios de un ambiente
obesogénico a un ambiente saludable, la creación de
espacios públicos que propicien la actividad física
segura como caminar, trotar, montar bicicleta y otras
actividades que impliquen aumento del gasto calórico
de manera saludable. La regulación de la publicidad
dirigida a los niños para disminuir el consumo de
alimentos no saludables, son responsabilidades
sociales.
Es importante tener en cuenta que este problema de
salud tan complejo en sí mismo, se debe enfrentar desde
una perspectiva ecológica, contando con la
participación de todos los involucrados, buscando
cambios en el estilo de vida de las personas, sobre todo
de la población infantil. Para esto, se requieren las
decisiones de alto nivel que alcanzan a toda la
población y la implementación de medidas a nivel de
las instituciones de salud y en los individuos basadas en
evidencias científicas. Este abordaje, desde los
macroambientes, permitirían un impacto a nivel de
cambios en el comportamiento que permitirán
resultados en todos los niveles: corto, mediano, largo
plazo y además una sostenibilidad a partir de la
divulgación y el mismo esquema de aprendizaje que
tenemos todos desde temprana edad, copiando lo que
vemos a nuestro alrededor.
LECTURAS RECOMENDADAS
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